top of page

El anillo

Updated: Feb 25, 2020

Los recuerdos de mi niñez son pocos, algunos alegres otros no tanto. Me considero que fui una niña feliz y que nunca me faltó nada, incluso puedo decir que siempre tuve todo lo que quería.


Recuerdo que aprendí a muy temprana edad que tus alegrías y el compartirlas pueden considerarse arrogancia y presunción. No recuerdo bien si fue en primero, segundo o tercero de primaria, lo que sí sé es que fue siendo niña.


La experiencia fue la siguiente: mi prima se comprometió y como es normal, le dieron un anillo de compromiso. En el elevador del edificio donde vivía mi abuela paterna, estábamos mi prima, su novio y yo. Por alguna razón siempre estaba con ellos. Vi su anillo y recuerdo perfectamente que me encantó y dije - con toda la inocencia de una niña - "ojalá algún día a mi también me regalen un anillo así".


En la siguiente reunion familiar, el novio de mi prima me regala un anillo hermoso. Yo creo que mi comentario inocente le conmovió y me compró un anillo para hacerme feliz. ¡Y lo hizo! Fue un regalo que llenó mi corazón de alegría y me sentía, literal como pavo real.


¿Qué pasó? Al lunes siguiente fui a la escuela con mi anillo y por supuesto que se los enseñé a mis amigas y les conté que me lo había regalado el novio de mi prima. Esas ganas de compartir algo importante para mí, no lo tomaron bien mis amigas. Me consideraron una presumida e incluso me dejaron de hablar - me hicieron la ley del hielo -.


¿Cómo pude causar daño compartiendo una alegría? No entendí, me dolió. A los siete u ocho años sientes que se te acaba la vida si tus amigas te hacen la ley del hielo, entonces, mi vida se estaba acabando.


Dejé el anillo guardado en el alhajero y no me lo puse más. Quizás solo en las reuniones familiares donde sabia que mi prima y su novio estarían ahi.


En esos momentos no sabia que yo no soy responsable de cómo van a reaccionar otros y que tampoco soy responsable de lo que mis comentarios o acciones pueden despertar en otros. Me sentí mal y decidí esconderme.


Cuando haces las cosas con amor, con alegría, con el afán de compartir, la reacción de los otros, son de los otros. Si no quisiste lastimar y lo hiciste, quizás estas siendo el maestro del otro para que resuelva algo. ¡Ojo! Sí creo que somos responsables cuando hacemos cosas o hacemos comentarios justo con la intención de herir, de lastimar.


Con ese pequeño episodio de mi vida, dejé de compartir mis alegrías con la gente, solo con mi mamá. Y hoy en día solo comparto lo importante con muy pocas personas. La mayoría de las cosas me las quedo conmigo, se quedan en mi y disfruto infinitamente de la alegría que me dan.


¡Gracias por leerme!


61 views0 comments

Recent Posts

See All
Post: Blog2_Post
bottom of page