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¡Qué bonito es decir adiós bonito!


Desde que terminaron su relación, ella creyó haberlo dejado ir - ese famoso soltar del que todos hablan y se considera tan importante para el crecimiento personal -, pero, en cambio, lo encerró en su cabeza y en su corazón. ¡Cómo no iba a hacerlo! De todas sus relaciones es la que más le ha significado. Quizás porque fue la más sincera, la más real. Había empatía, había cariño, había comunicación, había igualdad, había respeto, había verdad. El tiempo en el que estaban juntos, estaban en verdad juntos. Los dos se eligieron, se dijeron sí y los dos eligieron cómo llevar su relación. Gracias a ésta ella despertó, floreció, creció, se vio. Al final no resultó - así es la vida - y ese “no resultó” se habló claro y los dos, cada uno a su manera, sufrieron; quizás ella un poco más porque fue quien más se enamoró.


Y como generalmente sucede, sus caminos se separaron y no se vieron más y no supieron más el uno del otro. La vida sigue, la vida no para, la vida va para adelante y trae consigo otras personas, otras relaciones, otros momentos. Y eso, lógicamente, les paso a ellos: sus vidas siguieron, vivieron otros amores, avanzaron en este hermoso camino que es la vida.


Pero el destino regala segundas oportunidades. Y estas segundas oportunidades son para validar decisiones tomadas, para cambiar de opinión, para empezar de nuevo o para seguir adelante. Y esta segunda oportunidad les llegó a ellos también. Él la visitó. Cenaron juntos. No se puede negar, ella estaba muy ilusionada de volverlo a ver, de volverlo a tenerlo en casa, pero con una ilusión falsa - como en su mayoría son todas las ilusiones - , creyendo que algo podría resurgir. De inmediato se dio cuenta que no pasaría nada y decidió disfrutar el momento. Y fue maravilloso. Fue una cena casi perfecta - casi, porque tuvo que cambiar a última hora todos sus planes, así es el destino -. Pero eso no importó, los dos se conocen lo suficiente bien como para no intentar ser perfectos, sino solo para ser y estar.


¡Cómo disfrutó sus ojos!, pero lo cierto es que disfrutó mucho más su mirada. Esa mirada tierna, empática. Hablaron de todo y de nada. Se pusieron al día después de poco más de seis años. Y en algún momento, él habló de sus sentimientos, de lo que busca y no ha encontrado; del no haber encontrado a quien amar, incluso con la pregunta interna de si puede amar. Y en ese momento ella tomó la palabra y le dijo: “Sabes, de eso no tienes que preocuparte, tienes un corazón hermoso y que definitivamente sabe amar, solo tienes que buscar ese miedo que te detiene a encontrar el amor, porque estoy segura que él te está esperando para que seas muy feliz, porque eso es lo que te mereces. En cuanto a lo nuestro, no te sientas mal por lo que has dicho, no me siento ni ofendida, ni me identifico con lo que dices. Lo que tuvimos, así lo quisimos y así lo hicimos; cierto es que yo me enamoré y que irónicamente justo por eso es que decidí terminar para protegerme porque tu no estabas enamorado y la posibilidad de que tu te enamoraras de mi en algún momento no se veía cercana. Pero si quiero decirte algo, para mí, lo que tuvimos fue muy importante, fue hermoso y siempre, siempre ocuparas un lugar muy especial en mi vida y en mi corazón. Eres una persona muy especial para mí y siempre lo serás. Eso es lo que tú fuiste y serás para mí. Así es como yo veo nuestra relación, nuestra historia. Quizás tu la veas diferente, pero esa es tu realidad”. Él la miró y solo pudo contestar: “Gracias, me siento honrando”. Después siguieron hablando hasta que llegó el momento de decir adiós. Se despidieron con un gran abrazo y ahí, en ese momento fue el adiós que no se habían podido dar antes. Fue un adiós bonito. Ella, sin planearlo, le dijo todo lo que le tenia que decir, liberó su corazón y así lo liberó a él. Después de dejarlo en la puerta, ella regresó a casa, tranquila sin esas ansias y deseos que le robaban la tranquilidad. Y pensó “¡Qué bonito es decir adiós bonito!”.

Es cierto, y ella lo sabe, que ha puesto a esta relación en un pedestal, que ha creado una ilusión, que ha sido selectiva en sus recuerdos y en sus sentimientos. Quizás es porque esta relación le enseñó muchísimo. Le enseño a tener claro que es lo que quiere, como lo quiere y qué es lo que merece; a decir si, cuando es sí y a decir no, cuando es no; pero sobre todo, le enseñó a ponerse primero, buscando su felicidad aunque en ese momento significó sufrir.


Hoy puede decir con el corazón tranquilo y en paz que lo ha dejado libre y que se queda en el corazón como un hermoso recuerdo, lo dejó ir, lo soltó. Y se dijo: “ya está” Ya está en su lugar, ya esta en el recuerdo, ya esta en el crecimiento, ya esta en el amor bonito. No cree volverlo a ver, incluso no cree volver a saber nada de él. Pero por suerte lo tiene claro, tiene claro el lugar que él tiene en su corazón y con eso le basta para seguir caminado, abriéndole la puerta al amor, el cual sabe, incluso está segura, que no tarda en aparecer.


¡Gracias por leerme, por tu paciencia y por siempre estar ahí! Y bueno, ya me conoces, me va a encantar leerte, saber que opinas de este pequeño cuento 😜, si te ha gustado o no; y si te ha gustado, no dudes en darle click al corazoncito. ♥️



Contando mi historia,

Monserrat 🦋



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