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Uno de mis tantos miedos

Quiero darte una explicación del porque me desaparecí y deje de escribirte. Prometo dártela, incluso, mi idea era ahora escribir sobre todo lo que me ha pasado y la razón o razones por las cuales no había podido escribir. Pero en el camino se aparecieron dos temas que tuvieron prioridad para ser escritos. El primero lo has leído ya en el post pasado y hoy decido hablare de uno de mis miedos, uno de los más grandes y lo quiero compartir, hoy, contigo, para que el miedo se haga más chiquito. Ya sabes, compartiendo se siente menos. Al menos eso dicen 🤷🏽‍♀️.


Si tú me conoces, sabes que perdí a mi mamá muy joven, para ser exactos a los 17 años. Después de perder a mis abuelos maternos, sobre todo a mi abuela, el perder a mi madre fue uno de los golpes más duros de mi vida. A partir de ese momento mi vida cambió por completo, tomé el papel de víctima y sufrí mucho, lloré más y me castigué de tantas maneras que hoy al recordarlo afloran tantos sentimientos que se muestran con unos ojos llenos de lágrimas. Y sí, hoy acepto que la pérdida de mi madre y todo lo vivido después, ha creado un trauma muy grande que se presenta de tantas formas en mi vida actual, que ni por dónde empezar.


El entierro de mi mami lo tengo muy presente. Me puse una falda negra que era de ella y ese día, en el cementerio no solté ni una sola lagrima. Incluso la esposa de uno de mis primos - la única que estaba al pendiente de mí o al menos eso es lo que creo y recuerdo - se me acercó para preguntarme como estaba y si había tomado algo. Le dije que no había tomado nada que si ella necesitaba algo. Hace como dos años al comentar este hecho, alguien me dio: "Monserrat, estabas en shock, por eso no podías llorar y estabas presente sin estarlo." ¡Claro que lo estaba! Lo más grande y hermoso de mi vida estaba quedando muchos, muchísimos metros bajo tierra y ya ni iba a estar junto a mí, para aconsejarme, para consolarme, para amarme y aceptarme incondicionalmente. Eligió irse para abrirme el camino de otras maneras. Ese día inconscientemente acepté que una parte de mí se muriera junto con ella (esa ha sido una decision mia). Este dolor no se lo deseo a nadie y me duele haberlo vivido y me duele que mi hermano lo haya vivido también .


Después de tantos años la sigo extrañando, la sigo pensando y sus consejos me siguen haciendo tanta falta. Este tema ha sido uno de los temas que más he trabajado y hoy me doy cuenta que tengo que trabajarlo todavía más.


Una vez, en el carro, hablando con una amiga, me comentaba que alguien de su familia o algún conocido, después de vivir la muerte de su madre a muy temprana edad, no querían tener hijos. Ella, como psicóloga, tenia mil teorías del porque de su decisión. Para mí esa decisión era obvia y clara. Le dije, sabes, yo creo que la decisión de no querer tener hijos es por el miedo de dejarlos solos como nos hemos quedado nosotros. De morir y que esos hijos vivan lo que hemos vivido nosotros, que sufran lo que hemos sufrido nosotros. Quizás esa es la razón por la cual yo no luché por tener hijos, por el miedo de dejarlos solos y que vivieran lo que yo viví, que sufrieran lo que yo sufrí.


Sabes, hay cosas tan pequeñas pero que para mí tienen un gran significado, como por ejemplo, usar un anillo de mi mamá y saber que mis dedos son exactamente del mismo tamaño que los de ella. O que su ropa me quedara o que la gente me diga que de alguna manera me parezco a ella.


El año que entra voy a cumplir la edad que mi madre tenia cuando se enfermó. Es un pensamiento que siempre he tenido, al igual que la idea de vivir más que ella. Creo que es normal, al menos me lo han dicho varias personas.


Pues nada, a principios de septiembre me tocó mi revisión anual. El jueves 29 de septiembre recibo una llamada para informarme que en los estudios encontraron algo diferente, que no es maligno, que no me preocupe, pero que hay que estar al pendiente y que por eso en seis meses hay que repetirlos. ¿Sabes lo que sentí en ese momento?

  1. El mundo se me cayó encima.

  2. Un pánico y unas ganas de llorar estremecieron todo mi cuerpo. Toda mi historia regresó en instantes a mi cabeza.

  3. Obvio también vinieron todos los reproches, juicios y enojos: si estoy meditando, si cambié mi alimentación, si trato de ser buena con todos, si estoy llevando a la práctica - o al menos lo intento - lo aprendido en El Curso de Milagros, si hago lo que tengo que hacer para estar sana…

  4. Y para acabar, arriba de todo lo anterior también se asomó la frustración.


Acto seguido, le escribí a mi primo oncólogo para contarle y para que él me dijera si valía la pena preocuparme o no. Me dijo que no, que yo tranquila. Prometo que lo intenté pero seguí preocupada. Le mandaré todos los estudios para que los vea y me dé su opinión. Me tranquilice un poco, pero solo un poco. Necesitaba hablar con alguien. No podía quedarme con todo eso que sentía, sabia que no sería lo más sano que hacer. Intenté llamar a una amiga aquí en Suiza y no me pudo contestar, entonces, como una llamada de cielo, llegó a mi mente el llamar a una de mis mejores amigas en México. Después de los saludos y el típico “small talk” de las llamadas, le dije lo que había pasado y la voz se me quebraba y los ojos se me llenaban de lágrimas. Estaba en la estación del tren esperando el mio para regresar a casa después del trabajo. Y ella, con mucho amor y con palabras muy claras me dijo: “Monse, lo que tienes es miedo y tenemos que trabajarlo para romper todas esas lealtades que no tienes que tener más. Da gracias porque solo has recibido una llamada de atención. Ahora tu decides si la escuchamos o si esperamos que se convierta en algo más”. Y en ese momento reconocí mi miedo: no quiero enfermarme, no quiero tener cáncer, no me quiero morir así. Y reconocí la lealtad que le estoy guardando a mi mamá: ¿cómo puedo vivir más que tú, si tú eras simplemente maravillosa? ¿Por qué yo si puedo vivir más que tú, para qué?


Tontis, si tu me lees, ¡muchas gracias por tus palabras, por tu amor, por tu visión! Sé que juntas me vas a ayudar a continuar este camino de sanción y que no estoy sola, que siempre, estarás conmigo, para siempre, para todo. ¡Te amo!


Después de esa llamada, dejé de reprocharme y acepté esta llamada de atención para seguir sanando. Decidí drásticamente, otra vez, volver a tomar en serio mi alimentación. La cura de Ayurveda - Panchakarma -, que sé me va a ayudar a limpiar el alma y el cuerpo, ya la estoy planeando para el año que entra. Estoy de nuevo siendo consistente con mis hierbas de Ayurveda y solo tengo que volver a ser constante con la meditación, mis afirmaciones y el yoga. Aún y cuando estoy feliz en el trabajo - ¡ya sé, tengo que contarte que me ha pasado al respecto! - necesito encontrar actividades que me hagan sentir feliz, ser constante con el Zumba, empezar de nuevo con el tango, buscar otras actividades que sé que me gustan y que traerán felicidad en mi vida. Y prometo darme cuenta cuándo estoy poniendo las necesidades de los otros antes de las mías y cambiarlo.


Estoy tan agradecida que mi crisis duró unas horas, sí, fueron intensas, pero el agradecimiento está en el haberme dado cuenta a tiempo de lo que tengo que sanar. Sé qué camino tengo que seguir y estoy dispuesta a seguirlo.


Ahora te pido a ti que me lees que no te preocupes, estoy bien, trabajando en lo que me toca y además estoy muy bien atendida y cuidada. Tengo todo un equipo que está a mi lado para ayudarme, sin olvidar a mi equipo de seres hermosos que desde otra dimensión están trabajando conmigo. Si tú estas pasando por algo similar, sábete que no eres la(el) único y que no estas solo(a), que siempre habrá un ángel en cuerpo de persona que estará ahi para ayudarte de la mejor forma y en mejor momento y espacio para ti. Considero importante decirte que no dejes tu salud a un lado, sé constante con tus revisiones médicas y junto con ellas siempre puedes utilizar la medicina alternativa que más te convenza: medicina tradicional china, Ayurveda, homeopatía, EFT (Tapping), terapia psicológica, Coaching, herbolaria, etc.


Me despido, diciéndote que en este preciso momento, al escribirte estas últimas líneas, estoy mucho más tranquila, un poco más en paz. Estoy segura que todo esta bien y que todo seguirá así.


Como siempre, te agradezco que te hayas tomado este tiempo para leerme - creo que este ha sido uno de los post más largos que he escrito - y por haberme ayudado a desahogarme.


¡Gracias infinitas 🙏🏽 por leerme y por ser parte de Cuenta Tu Historia!


Contando mi historia,

Monserrat 🦋



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